El viaje del líder chino tiene lugar en momentos en que Rusia reorienta su economía hacia Asia, para esquivar las sanciones occidentales en su contra, mientras que las potencias occidentales criticaron la postura china sobre Ucrania que, en su opinión, implica un respaldo tácito de China a la intervención armada de Moscú.
Los presidentes de Rusia y China, Vladimir Putin y Xi Jinping, proclamaron hoy el inicio de una «nueva era» en sus relaciones, en una demostración de la fuerza de su alianza en medio de severas tensiones entre ambos países y Occidente por la guerra de Ucrania. «Hemos firmado una declaración que refuerza nuestra asociación estratégica y nuestras relaciones que entran en una nueva era», declaró Xi tras reunirse en Moscú con su par ruso.
Por su parte, Putin expresó tras la cumbre un apoyo prudente a las propuestas chinas para encontrar una solución negociada al conflicto en Ucrania, iniciado hace más de un año con la invasión rusa.
Pero el líder del Kremlin criticó a las potencias occidentales y a Kiev la falta de respuestas a esas propuestas, que incluyen el llamamiento al respeto de la soberanía territorial de todos los países. «Numerosos puntos del plan de paz propuesto por China (…) pueden servir de base para una solución pacífica, cuando Occidente y Kiev estén dispuestos a ello. Pero no vemos por el momento disposición por su parte», declaró el mandatario ruso.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, aseguró en cambio, después de esas declaraciones, que invitó a China a dialogar y que espera hasta ahora «una respuesta», mientras que Estados Unidos afirmó hoy que una mediación no es «imparcial». «No creo que se pueda considerar a China como razonablemente imparcial», apuntó el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby.
Sobre la cumbre entre Putin y Xi, el comunicado emitido por Moscú destacó que ambos países «están muy preocupadas por el creciente refuerzo de los vínculos entre la OTAN y los países de la región Asia-Pacífico en relación a cuestiones militares y de seguridad» y acusan a la Alianza Atlántica de «socavar la paz y la estabilidad regionales».
También denuncia «la influencia negativa de la estrategia de Estados Unidos guiado por una mentalidad de Guerra Fría (…) sobre la paz y la estabilidad en esa región», consignó el texto citado por la agencia de noticias AFP.
China ya había alertado la semana pasada la «vía errónea y peligrosa» que a sus ojos abre el acuerdo firmado por Australia con Estados Unidos y Reino Unido (Aukus por sus siglas en inglés) para dotarse de submarinos de propulsión nuclear en la región del Indo-Pacífico.
Tras el encuentro con Xi, Putin anunció que ambos países alcanzaron un acuerdo para construir un gigantesco gasoducto que llevará gas de la región siberiana hasta el noroeste de China, un proyecto conocido como Fuerza de Siberia 2.
Según el líder del Kremlin, cuando el ducto entre en servicio podrá encaminar «50.000 millones de metros cúbicos de gas» hacia el gigante asiático.
Rusia -bajo sanciones occidentales por la ofensiva en Ucrania que afectan sus exportaciones energéticas- busca reorientar la producción de hidrocarburos rusos y la demanda de energía del gigante asiático, segunda economía mundial, parece ofrecerle inmejorables perspectivas.
Por otro lado, la visita de Xi a Moscú también representa un apoyo personal para Putin, sobre quien pesa desde la semana pasada una orden de captura por la Corte Penal Internacional (CPI) por acusaciones de deportación ilegal de niños ucranianos, consideradas como crímenes de guerra.
En ese marco, el mandatario de la superpotencia asiático indicó que había invitado a su homólogo ruso a China, «este año, cuando pueda», pese a ese pedido de arresto del tribunal con sede en La Haya. Putin aseguró que ambos países tienen «numerosos objetivos en común» y alabó a China por su «posición justa y equilibrada sobre los temas internacionales más urgentes». En tanto, Xi declaró que China está «dispuesta a mantenerse firmemente al lado de Rusia» en aras de un «verdadero multilateralismo».
Visita del primer ministro japonés a Kiev
Esta cumbre en Moscú coincidió con la sorpresiva visita a Kiev de Fumio Kishida, primer ministro de Japón, país que preside este año el G7 y hasta ahora el único líder de ese grupo que no había viajado a Ucrania desde el comienzo de la guerra el 24 de febrero del año pasado.
En ese marco, Zelenski anunció que participará en mayo por videoconferencia en la cumbre de potencias occidentales del G7 en la ciudad japonesa de Hiroshima a realizarse en mayo.
Durante su estadía, Kishida visitó Bucha, una localidad de las afueras de la capital ucraniana, donde las tropas rusas fueron acusadas de cometer atrocidades el año pasado. «Al pisar Bucha y ser testigo de todas las brutalidades que se ha cometido allí, siento una fuerte indignación», dijo el mandatario nipón.
Ucrania celebró la «visita histórica» de Kishida como un «gesto de solidaridad» del país asiático tras más de un año de invasión rusa.
Es la primera vez que un premier de Japón visita una zona de conflicto desde la derrota del Imperio japonés en la Segunda Guerra Mundial, tras la cual el país adoptó una Constitución pacifista.
Situación actual del conflicto Ucrania-Rusia
Mientras tanto, en el territorio, Ucrania aseguró hoy que varios misiles de crucero rusos fueron destruidos en Crimea, una versión desmentida por Rusia, que afirmó que repelió un ataque de drones en la anexada península ucraniana pero que otro alcanzó un oleoducto en el suroeste ruso. «Una explosión en la localidad de Djankoi, en el norte de Crimea, destruyó misiles de crucero rusos ‘Kalibr NK’ cuando eran transportados por ferrocarril», informó en Telegram la división de Información del Ministerio de Defensa ucraniano.
Esta fuente no entregó más detalles ni confirmó si hubo una implicación directa del Ejército ucraniano.
Rusia, por su parte, desmintió estas afirmaciones y dijo que abatió varios drones ucranianos en Crimea, unos días después de la visita que Putin efectuó a la península anexada por Moscú en 2014.
Fuente: Télam